domingo, 7 de junio de 2009

El cogotudo y el arriero

Cae la tarde en la pradera. La brisa fresca del otoño baila entre las ramas del Tala que ya era añoso cuando Don Prudencio eligió ese lugar para levantar su rancho.

Hoy, muchos años después, aquel rancho ya es una casa digna, pero como desde el primer día, Prudencio sigue prefiriendo sentarse bajo el Tala a esta hora, cuando el sol manda terminar con el trabajo. Todos los días, sentado en su taburete de cuero de oveja, y acompañado de un mate caliente, desde el Tala Prudencio deja que su mirada se pierda en al campo, y entre cebada y cebada piensa en el trabajo realizado hoy, y empieza a organizar el de mañana. Así queda, en paz, hasta que Zulma, “la Chola” le llama con la cena pronta.

La de hoy será buseca y caldo de gallina. Pero todavía falta para eso, todavía el cielo se pasea entre el naranja y el rojo allá a lo lejos, y los teros aun cantan lejos de su nido.

Prudencio acomoda el taburete abajo del Tala, el secreto esta en clavar un poquito las patas en la tierra. Lejos quedan los tiempos en que se sentaba directo las raíces del árbol. Los años vienen con achaques y si bien no se queja, desde hace un tiempo ya cuando termina el día a Prudencio le duelen muchos músculos y todos los huesos. Es en ese momento en que sueña con que sus gurises y sus nietos trabajaran en el campo con el, pero solo se permite soñarlo, el sabe que ellos tomaron otro camino. El mayor ya es dentista y esta en la ciudad con sus primeros pacientes, su mujer y su hijo, los dos que le siguen están también en la ciudad, pero estudiando. Cuando tenía su edad, Prudencio no tenía esa posibilidad, y justo a sus borregos no se la iba él a cortar. Pucha que se le infla el pecho de orgullo cuando piensa en ellos!

En estos menesteres estaba Prudencio cuando ve a lo lejos en el camino que viene llegando la camioneta del Dr. Lisandro, camioneta grande a juzgar por el polvo que levanta. Esta visto que el de hoy no va a ser un atardecer de soledad meditación y descanso merecidos. No es esto algo que moleste a Prudencio. Al contrario, el Dr. Lisandro es miembro de una familia de terratenientes de la zona, muy respetada, de rancio abolengo y que desde siempre estuvo mezclada en los acontecimientos de la historia del país. De cuna y educación bien distinta, y por más que siempre lo ve como muy afrancesado, Prudencio disfruta de las conversaciones con el Dotor Lisandro.

Apeándose de la camioneta y mientras se acerca Lisandro dice:

Lisandro: Buenas tardes Don Prudencio…

Prudencio: ¡¿pero que me cuenta Dotor!? Un lujo tenerlo por acá, hace tiempo que no se le veía…

Ambos se dan la mano con fuerza y mirándose a los ojos, como manda la costumbre entre caballeros de bien. La aspereza casi abrasiva de la mano curtida de Prudencio contrasta con la tersa piel, dedos finos y uñas moldeadas de Lisandro todavía mucho más que el contraste que existe entre las ropas desgastadas y alpargatas bigotudas de uno con las botas de gamuza, bombacha beige impoluta y cabellera rubia engominada del otro.

Lisandro: Bueno, muchas gracias. ¿Cómo esta usted? ¿Cómo esta Doña Chola? Supe que sufrió de laringitis el mes pasado…

Prudencio: pero esa vieja es indestrutible dotor, no se preocupe que no esiste “itis” que le haga mella. A di andar por adentro cocinando lo mas seguro. Con certeza en un momento nomás viene a hacernos compañía… Siéntese nomás dotor, sabrá usté disculparme que no tengo otra cosa que ofrecerle que esa raíz del tala… mi humilda no quiere faltarle el respeto.

Lisandro: en absoluto buen hombre, no seria la primera vez además.

Prudencio: ¿toma un mate?

Lisandro: como no. Le acepto uno

Prudencio: (mientras ceba con gesto experiente) y cuénteme dotor a que debemos su presencia

Lisandro: bueno yo, esteee…

Prudencio: (alcanzándole el mate humeante) pero disculpe Ud. mi brutalidá que todavía no le pregunte por Doña Vitoria, ni que fuera yo un cuatrero

Lisandro: pero no hay problema mi amigo. Victoria esta en la capital, organizando con sus amigas del “Garden” un vernissage a beneficio del hospital de niños.

Prudencio: ¡mire Ud.! ¿Y la Joaquina? Pensar que la vi gatear de gurisa…

Lisandro: Es cierto… tanto tiempo. Joaquina se casa el año próximo con un Point de la Rotonde que conoció en facultad, y se van ya que el tiene un postgrado.

Prudencio: ¿un que me dijo?

Lisandro: es el nombre de mi futuro yerno… Segundo Point de la Rotonde

Prudencio: ah… ¿se van al esterior me dice?, y la Joaquina con tantos años de estudio, ¿no querrá trabajar de lo que estudio?

Lisandro: para nada, seguramente se dedique a formar su hogar y criar futuros hijos

Prudencio: ¡que lo tiró!... y claro es otra realidá, fíjese que mi hijo el Martín aunque sea dentista no puede el solo mantener a la familia… mi nuera trabaja a la par. ¿Y el Lucas? ¿Qué es de su vida?

Lisandro: Lucas termino el colegio el año pasado, y se tomo este año como sabático. Justo en estos días esta en Tailandia con unos amigos haciendo surf.

Prudencio: pero mire Ud.… yo que ni pude terminar el liceo… a la eda de su hijo yo estaba meta alambrar, esquilar o de yerra de zafra en zafra… Y ojo, no es correto eso que dicen que algunos nacen con estrella y otros estrellaos… en asoluto, yo digo que unos nacen pa vivir, y otros nacemos pal trabajo. Pero con trabajo y la ayuda de Dios un día pudimo levantar el ranchito con la Chola, y trabajar pa uno mismo, que es diferente a trabajar pal patrón. Ojo, dotor, no me mal interprete, se lo digo con todo el respeto, patrones como su difunto padre hubo pocos en estos pagos. El hombre era de la planta. Jamás olvidaremos con la Chola que hasta una mano nos dio cuando nos pusimo de independiente

Lisandro: lo se, lo se don Prudencio. Justamente de eso venia a hablarle… es que

Prudencio: Dígame dotor nomás, que hay confianza.

Lisandro: bueno es que yo soy consciente que doña Chola y Ud. le tenían mucho cariño a mi padre….

Prudencio: por supuesto…

Lisandro: y bueno, con ese pensamiento es que le vengo a pedir que me de un tiempito mas para pagarle el dinero que me presto. 60 días, no mas, pero la verdad, tengo muchos gastos que afrontar y las cosas no me salen…

Prudencio: ¡y como le van a salir las cosas dotor, si tiene Ud. el infortunio de que en su familia nadie trabaje! Es como yo le digo, en este mundo algunos nacen pa vivirla y otros pa trabajarla. No se haga mala sangre dotor, que de todas formas la hipoteca que me dio sobre sus tierras tiene plazo pa rato. Y puede estar Ud. tranquilo que esto queda en secreto entre Ud. y yo, que no ando yo pa andar batiendo. Ahora, es tierra buena esa, intente ponerla al pastoreo, si aceta un consejo de un viejo.

Lisandro: si lo se, pero tendría que estar yendo y viniendo, me tomaría tiempo…

Prudencio: mucho mas que 60 días, pero es una cuestión de atitú dotor…

Lisandro: bien muchas gracias Don Prudencio. Lo aprecio y será Ud. retribuido. Ahora sigo mi camino.

Prudencio: que pase Ud. bien dotor.

6 comentarios:

Maggie dijo...

Me encantó la vuelta de tuerca del final! Historia real o producto de tu imaginación?

Espero que veamos más de tus cuentos por acá.

Besos

budin dijo...

Ah pero miralo a el mostrando otra faceta!

Gustó!

Aplauso cerrado Sr!

Ahora, supongo que esto se debe a... una cuestion de atitú? :P

No se, de todos modos, up! up! a la musa que t inspira!

Besos ;)

-che, Pico, se podrá sacar el verificador d palabra o es mucho pedir?- :D

Picoco dijo...

Maggie: gracias por el comment. Es imaginario

Andreita: gracias tambien, y si a la larga todo se resume a una cuestion de atitu.
Tomo nota del pedido

Bonaparte dijo...

Pico,
Muy bueno kbza. Clap clap

Picoco dijo...

Te gusto Bonaparte? que bueno...

Eliza y Miguel dijo...

¡Muy bueno! Es posible que exista en la realidad alguna historia como ésta. ¡Ojalá fueran muchas!
Un abrazo,
Eliza y Miguel