miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ahi esta viendo pasar el tiempo.

El reloj del puente de mando marca las 1800hs. Afuera, el sol radiante todavía templa la tarde de verano, pero aquí dentro su calido abrazo es inhibido por el penetrante olor a pólvora y sangre. Lentamente el Graf Spee cruza la escollera, dejando atrás el puerto de Montevideo.

A popa, navegando en su estela le sigue furtivamente el buque Tacoma. La tripulación ya esta cumpliendo la orden de abandonar el acorazado, y de a poco, en embarcaciones auxiliares, se muda al buque de popa, que los llevará a Buenos Aires. Es este el primer paso del plan que el capitán Langsdorff diagramó para esta tarde.

Así como los miles de curiosos que atiborran la rambla de la ciudad, Langsdorff ignora que la flota inglesa no esta en condiciones de presentar batalla. Pero sabe que los curiosos, ansiosos por presenciar el desenlace de la batalla naval, serán testigos de otra cosa. No veran una batalla naval, serán testigos del honroso fin de esta.

1840hs, el Panzerschiff, ya esta vacío, su tripulación a salvo en el Tacoma. En su impoluto y riguroso uniforme blanco, Langsdorff domina el solitario puente. A bordo queda un puñado de oficiales determinados a terminar con el plan.

El capitan manda parar maquinas y caer a estribor del canal de acceso a puerto.

1952hs 17 de diciembre de 1939, el sol ya se esconde detrás del Cerro de Montevideo. Langsdorff, mente en blanco y sin vacilar, manda cumplir con lo decidido el dia anterior. Tres cabezas de torpedo, transformadas en bombas, estratégicamente colocadas hacen volar la Santabárbara del buque. Los miles de curiosos en la costa ven como, envuelto en una nube negra, el Graf Spee se hunde en las turbias aguas del Rio de la Plata, llevándose con el los secretos tecnológicos de la Kriegsmarine, desvelo de la Royal Navy.

De rancio abolengo, y fiel a los mandatos de la tradición naval el Capitán de Navío Langsdorff siguió el destino de su barco. Habiéndose asegurado del buen destino de su tripulacion se pego un tiro en Buenos Aires el 19 de diciembre de 1939.

Hoy, 70 años después ahí esta, tan solo a 5 millas del puerto de Montevideo y descansando a 7 metros de profundidad el Graf Spee, testigo de la ultima batalla naval de la historia

viernes, 4 de diciembre de 2009

La visita


El funeral de Jolesio se desarrolló con la pesada armonía y el silencio pomposo que se espera de estos ritos. El rojo intenso del atardecer acompañado por una fresca brisa que acariciaba la piel dignificaron el proceso con un entorno hermoso.
Verena y Jereq no lo vivieron como un ritual más. Ni la muchacha ni el niño recordarán los colores vivos del cielo, ni el frío amical del aire, ni las palabras recitadas que este se llevó. Aquel día ella sepultó a su esposo, Jereq a su padre, y ambos a la sensación intima de formar parte de una familia. Aquel dia, Verena y Jereq empezaron a formar un trío de dos.

Incontables atardeceres pasaron ya por el cielo, pero hoy como desde el primero, Verena y Jereq siguen durmiendo juntos. Lo que en un principio fue una ahogada necesidad de contenerse mutuamente, se fue transformando en la manera en que hoy madre e hijo engañan al sentimiento de soledad.

El reloj marca las 6 horas 13 minutos. Afuera está oscuro aun. Todavía falta para que la alarma despierte a Verena y comience la tarea cotidiana de desperar a Jereq, convencerlo que tiene que ir a clases aunque no quiera, bañarse, desayunar y salir. Todavía falta. Mientras tanto afuera reina el silencio, silencio que acompaña la paz de la habitación donde duermen. Sumergido en su sueño Jereq murmura algo, y hace que Verena moviendo la nariz se de vuelta dándole la espalda. Duermen en paz.

6 y 14. De súbito la cama, la habitación, el edificio, la ciudad entera sucumben violentamente ante un temblor pavoroso, que viene acompañado de un tronar que abruma y decenas de destellos en el cielo. La sacudida arranca a Verena, a Jereq y a toda la ciudad del idilio onírico, despertándolos a un mundo que ruge y convulsiona.

-¿Qué pasa mama? Grita Jereq
- No se mi amor, responde Verena con una calma sobreactuada, mientras en un solo movimiento tira a su hijo bajo la cama buscando protección

Entre el miedo y la angustia Jereq rompe en llanto, tapándose los oídos en posición fetal. Verena lo abraza, y le besa la nuca.

6 y 23 Así de repentino como irrumpieron, el temblor, el ruido infernal y las luces desaparecen. Sin más, todo queda en calma. El cambio es tan abrupto, y la diferencia entre el silencio y esa larga explosión tan abrumadora que la paz que ahora se siente genera una incómoda angustia.
Con pasos cortos y rápidos Verena se aventura a la ventana. No estaba preparada para lo que vio. Nadie en el planeta lo estaba.

La tímida claridad del alba, que recorta y contrasta sobre su fondo claro el oscuro perfil de los techos de la ciudad, hace que lo que se ve desde la ventana sea todavía mas funesto.

Sobre la ciudad, flota en majestuoso silencio un objeto inmenso. Parece un escarabajo, o quizá, por la pureza y simplicidad de sus líneas sea mas parecido a un huevo cortado longitudinalmente flotando con su parte plana paralela al suelo. La perfección de sus curvas, y su tamaño colosal se imponen sobre el irregular contorno de la ciudad que yace debajo.

Sea lo que sea, esa cosa no viene de este mundo.

Verena sabe que no tiene el lujo de sentir miedo, incertidumbre o perder tiempo buscando respuestas. Antes que nada está su hijo… la fuerza del instinto maternal es tan intensa como primitiva… pero no intuye que hacer. Mecánicamente le pide a Jareq que se vista momento que aprovecha para armar un bolso que llena con comida, mudas de ropa, una linterna… y una cuchilla de la cocina. No sabe por que armó un bolso, menos lo que puso en el, y tampoco sabe la razón por la que decidió que lo mejor es dejar la casa.
Pero abandonarse al dictado de su instinto le da tiempo para pensar… “¿Por qué tengo miedo? ¿De qué busco protegernos? Es tonto es tonto… Nadie cruzaría las galaxias buscando hacer daño… Si llegaron hasta nuestro planeta necesariamente son mas inteligentes y evolucionados que nosotros, por tanto es tonto pensar que son belicosos, una especie evolucionada tiene que ser pacífica… “
En ese momento recordó una frase que alguien dijo en el funeral de Jolesio “Muchas personas temen a la muerte. Es natural temer a lo desconocido. Sin embargo, no hay nada mas conocido para nosotros que la muerte. Pase lo que pase ella siempre, inevitablemente, estará esperando al final del camino”
Estos dos últimos pensamientos la tranquilizaron en cierta forma… Justo en ese momento Jareq estornudó…
Estornudo que tuvo sobre Verena el mismo efecto que tendría sobre un castillo de naipes… El virus que Jareq contrajo vaya uno a saber dónde no será inteligente según nuestra idea de inteligencia, pero si es un organismo que ha sabido evolucionar… Y si los tripulantes de esa nave fuesen como un virus, una entidad socio biológica que no sea autosustentable y cuya supervivencia se base en invadir y hospedarse en otra que les suministre los recursos necesarios hasta su agotamiento?

En eso estaba Verena cuando desde la nave se escucha “Somos Humanos, venimos del planeta Tierra, el tercero del sistema de la estrella Sol”