La caída
del muro de Berlín prometía ser el símbolo de la derrota definitiva a los
genocidas impenitentes de izquierda. El fracaso moral del proyecto de izquierda
en realidad ya había sido decretado el día que construyo una muralla no para
evitar invasiones, sino para impedir evasiones. Su demolición supuso la capitulación
irreversible.
La hecatombe
comunista fue tan dramática como liviana. El imperio soviético, el país de la “gloriosa
Revolución de Octubre”, la meca de de las revoluciones radicales, la
embanderada del mito marxista, se disolvió amicalmente con la firma de un
tratado. El colapso del socialismo fue más estrepitoso por su falta de épica que
por su simbolismo. Los comunistas asumieron que el comunismo es inviable, al
punto que ni uno solo de los 20 millones de miembros del PCUS se opuso a declararlo
políticamente inútil y disolverlo. Toda la verborrea dogmatica del marxismo fue
enterrada con apuro y sin solemnidades.
El marxismo
murió de marxismo, y se llevo consigo al ostracismo al marxismo cultural.
El muro de
Berlin marcaba la frontera que separaba a los idealistas de izquierda de los
oprimidos por los ideales colectivistas. Dibujaba la frontera que separaba a los
devotos ideológicos, aquellos que soñaban vivir la promesa utópica instrumentada
al otro lado del muro que sin embargo no osaban cruzar, y los súbditos del
socialismo real, aquellos oprimidos y encerrados. De un lado sobrevivían los
que no tenían permitido pensar en otra cosa, y del otro los que no querían pensar
en otra cosa…
Su vida
tampoco era fácil. El marxismo camufla su anhelo mesiánico y revolucionario de
instaurar utopías infundadas, el sueño romántico de la subordinación de la política
y la sociedad a la ética relamida y elitista de una comunidad de elegidos con
acusando al mundo de explotación de ricos sobre pobres. ¿Como sostener esta teoría
en un mundo donde los oprimidos son cada vez menos pobres y para peor se
escapan de los regímenes socialistas, en un mundo donde la diferencia de
resultados entre el sistema acusado de extorsivo y el socialista es humillante?
Se comenzó a predicar una filosofía que trastocaba el marxismo en puntos
esenciales como la riqueza. Para Marx el objetivo del socialismo era conseguir
que todos fueran prósperos, bienestar material. El capitalismo era sinónimo de
pobreza. Sin embargo los obreros alcanzaron bienestar. El capitalismo malvado
pasa entonces a ser sinónimo de riqueza. Antes el problema estaba en la miseria
ahora la nueva izquierda tenía como fin dedicar sus esfuerzos a sostener que la
riqueza era la madre de todos los males. De ahí que, como los ascetas, lancen
sus argumentos contra el consumismo con el mismo ímpetu que lo hacían contra la
plusvalía. No cambiaria la explotación, cambiaria los explotados. La clase
obrera deja el lugar a las minorías.
Asi la
izquierda de este lado del muro pasó de ser un partido obrero a un partido de
masas. La lucha de clases paso a ser una declaración cultural. Ya no estaría
dirigida al proletariado, sino a los hijos de la alta burguesía y clases
medias.
Los nenes
ricos se sienten víctimas del sistema opresor. La vieja lucha moral, paso a ser
una mera protesta estética, un activismo hedonista. El “Che” se transforma en
un icono pop. Nacen los hippies, el new age, y el paradigma de la resistencia
es el mayo francés. Intelectuales de clase media a las barricadas. Nace la
neolengua de la corrección política. La explotación del obrero por del burgues,
muta a explotación de la mujer por el hombre, del blanco por el negro… incluso
la homosexualidad, considerada como desviación hedonista burguesa por el
socialismo real, del otro lado del muro es considerada víctima del sistema
capitalista por el socialismo utópico progre.
El muro
hacía gozar a la izquierda occidental por partida doble. Por un lado
representaba la muralla que defendia a la utopia socialista, limite
inexpugnable para el capitalismo malvado, y al mismo tiempo la elevaba en la
dulce sensación de sentirse mártir del infierno capitalista. Los gays del lado
comunista eran eran considerados delincuentes, pero gays occidentales gozaban
del status de ser la minoría oprimida resistente y ganadora victoriosa de
derechos frente al capitalismo.
Toda esa
vanguardia masturbatoria quedo condenada al ostracismo. Muerto su sustento
ideologico, el pensamiento progre se redujo a ser un defecto moral. Sus valores
subversivos, hoy son inofensivos y rutinarios.
Sin embargo
siguen siendo peligrosos. El marxismo luchaba contra la opresión negadora. El
obrero no podía gozar de bienestar material porque el burgues lo impedía. El
marxismo considera al propietario y al obrero iguales en dignidad, diferentes
en propiedad. El progre bienpensante moderno no. La nueva izquierda considera
que la opresión no es impuesta sino congénita.
La mujer es oprimida porque es mujer, el hombre
no necesita negar ni quitar. El hombre no oprime voluntariamente, la opresión existe
porque la mujer es inferior. Asimismo la supremacía del blanco existe sin
quitarle nada al negro. El negro es oprimido desde que nace negro. El obrero
luchaba contra la plusvalía, luchaba por recuperar lo que le había sido robado.
La mujer el negro y el gay luchan para que se les reconozca su inferioridad.
La
izquierda de hoy, sin referencias ideologicas, se conviritio en un monstruo
inmoral. Dejo de luchar por el contrario la negación injusta, ahora lucha por acción
afirmativa.