lunes, 30 de septiembre de 2013

El muro los contenía

La caída del muro de Berlín prometía ser el símbolo de la derrota definitiva a los genocidas impenitentes de izquierda. El fracaso moral del proyecto de izquierda en realidad ya había sido decretado el día que construyo una muralla no para evitar invasiones, sino para impedir evasiones. Su demolición supuso la capitulación irreversible.
La hecatombe comunista fue tan dramática como liviana. El imperio soviético, el país de la “gloriosa Revolución de Octubre”, la meca de de las revoluciones radicales, la embanderada del mito marxista, se disolvió amicalmente con la firma de un tratado. El colapso del socialismo fue más estrepitoso por su falta de épica que por su simbolismo. Los comunistas asumieron que el comunismo es inviable, al punto que ni uno solo de los 20 millones de miembros del PCUS se opuso a declararlo políticamente inútil y disolverlo. Toda la verborrea dogmatica del marxismo fue enterrada con apuro y sin solemnidades.
El marxismo murió de marxismo, y se llevo consigo al ostracismo al marxismo cultural.
El muro de Berlin marcaba la frontera que separaba a los idealistas de izquierda de los oprimidos por los ideales colectivistas. Dibujaba la frontera que separaba a los devotos ideológicos, aquellos que soñaban vivir la promesa utópica instrumentada al otro lado del muro que sin embargo no osaban cruzar, y los súbditos del socialismo real, aquellos oprimidos y encerrados. De un lado sobrevivían los que no tenían permitido pensar en otra cosa, y del otro los que no querían pensar en otra cosa…
Su vida tampoco era fácil. El marxismo camufla su anhelo mesiánico y revolucionario de instaurar utopías infundadas, el sueño romántico de la subordinación de la política y la sociedad a la ética relamida y elitista de una comunidad de elegidos con acusando al mundo de explotación de ricos sobre pobres. ¿Como sostener esta teoría en un mundo donde los oprimidos son cada vez menos pobres y para peor se escapan de los regímenes socialistas, en un mundo donde la diferencia de resultados entre el sistema acusado de extorsivo y el socialista es humillante? Se comenzó a predicar una filosofía que trastocaba el marxismo en puntos esenciales como la riqueza. Para Marx el objetivo del socialismo era conseguir que todos fueran prósperos, bienestar material. El capitalismo era sinónimo de pobreza. Sin embargo los obreros alcanzaron bienestar. El capitalismo malvado pasa entonces a ser sinónimo de riqueza. Antes el problema estaba en la miseria ahora la nueva izquierda tenía como fin dedicar sus esfuerzos a sostener que la riqueza era la madre de todos los males. De ahí que, como los ascetas, lancen sus argumentos contra el consumismo con el mismo ímpetu que lo hacían contra la plusvalía. No cambiaria la explotación, cambiaria los explotados. La clase obrera deja el lugar a las minorías.
Asi la izquierda de este lado del muro pasó de ser un partido obrero a un partido de masas. La lucha de clases paso a ser una declaración cultural. Ya no estaría dirigida al proletariado, sino a los hijos de la alta burguesía y clases medias.
Los nenes ricos se sienten víctimas del sistema opresor. La vieja lucha moral, paso a ser una mera protesta estética, un activismo hedonista. El “Che” se transforma en un icono pop. Nacen los hippies, el new age, y el paradigma de la resistencia es el mayo francés. Intelectuales de clase media a las barricadas. Nace la neolengua de la corrección política. La explotación del obrero por del burgues, muta a explotación de la mujer por el hombre, del blanco por el negro… incluso la homosexualidad, considerada como desviación hedonista burguesa por el socialismo real, del otro lado del muro es considerada víctima del sistema capitalista por el socialismo utópico progre.
El muro hacía gozar a la izquierda occidental por partida doble. Por un lado representaba la muralla que defendia a la utopia socialista, limite inexpugnable para el capitalismo malvado, y al mismo tiempo la elevaba en la dulce sensación de sentirse mártir del infierno capitalista. Los gays del lado comunista eran eran considerados delincuentes, pero gays occidentales gozaban del status de ser la minoría oprimida resistente y ganadora victoriosa de derechos frente al capitalismo.
Toda esa vanguardia masturbatoria quedo condenada al ostracismo. Muerto su sustento ideologico, el pensamiento progre se redujo a ser un defecto moral. Sus valores subversivos, hoy son inofensivos y rutinarios.
Sin embargo siguen siendo peligrosos. El marxismo luchaba contra la opresión negadora. El obrero no podía gozar de bienestar material porque el burgues lo impedía. El marxismo considera al propietario y al obrero iguales en dignidad, diferentes en propiedad. El progre bienpensante moderno no. La nueva izquierda considera que la opresión no es impuesta sino congénita.
La  mujer es oprimida porque es mujer, el hombre no necesita negar ni quitar. El hombre no oprime voluntariamente, la opresión existe porque la mujer es inferior. Asimismo la supremacía del blanco existe sin quitarle nada al negro. El negro es oprimido desde que nace negro. El obrero luchaba contra la plusvalía, luchaba por recuperar lo que le había sido robado. La mujer el negro y el gay luchan para que se les reconozca su inferioridad.
La izquierda de hoy, sin referencias ideologicas, se conviritio en un monstruo inmoral. Dejo de luchar por el contrario la negación injusta, ahora lucha por acción afirmativa.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Tributo a la tribu

Para protegerse del frio, una persona puede esquilar una oveja y tejerse un abrigo, o puede cortar un árbol y llevar leña a su morada, o puede abrigarse con pieles, y también puede hacer todas estas cosas juntas.
La vida no es un proceso autosuficiente, lo único que está dado es el hambre la sed, el frio, la muerte. Es con esfuerzo que hombre la sostiene. Vivir es difícil, trabajoso, pero es justamente por esto que el hombre es dueño de su destino, el hombre es responsable de su esfuerzo, necesariamente libre para ejercerlo, y son suyos los frutos logrados como también el padecimiento del fracaso.  
El hecho que seamos un bicho gregario no cambia las cosas. Que las personas se junten en una tribu es para hacer más eficiente (mas allá de las pulsiones biológicas y emocionales) el trabajo de tejer, acopiar leña y conseguir pieles. Trabajar en grupo no transforma a la tribu en un ser vivo. La tribu no tiene necesidades fisiológicas, es incapaz de sentir frio, padecer hambre o de disfrutar la compañía de otra tribu compartiendo el calor de un fogón. La tribu es tan solo un grupo de personas, la tribu se forma y se disuelve, no nace y muere, no tiene conciencia ni voluntad ni destino ni necesidad, ni virtudes ni defectos, ni mucho menos responsabilidades, ni obligaciones, o derechos. La tribu no trabaja, no puede tener propiedad, como la hormiga de la fabula, ni tampoco holgazanea como la cigarra, el esfuerzo y el reposo son facultades exclusivas de los seres vivos, sus frutos y consecuencias también. La tribu carece de emociones, por tanto tampoco puede ser solidaria o indiferente, o compartir, o redistribuir, ni egoísta, ni desprendida.
Algunos humanos eligen vivir en solitario, la mayoría en cambio prefiere vivir en sociedad, incluso si las reglas de convivencia imponen la renuncia de algunas libertades personales. En realidad el ejercicio de estas libertades de poco ayudan a la supervivencia en solitario.
La sociedad existe porque garantiza y protege  a sus socios para vivir libremente.
La sociedad garantiza que una vida donde el esfuerzo para superar el frio, el hambre y la maldad del vecino no sea duro, no garantiza una vida sin frio sin hambre y sin la amenaza de las malas intenciones de otros. La más peligrosa es esta última, porque es una amenaza humana, a diferencia del frio o el hambre que dependen de la naturaleza o las necesidades fisiológicas.
La maldad, la envidia, la codicia son tan humanas como la bondad, la solidaridad y el amor
Desde su nacimiento como movimiento político, la izquierda presenta una contumaz e impenitente lista de fracasos. De manera intachable, ha fracasado todas y cada una de las veces que gobernó. Para peor, la izquierda esta tan emparentada al fracaso como al despotismo totalitario. Ya desde su estreno, en 1789, los jacobinos al mando de Robespierre inauguraron la matanza justificada en nombre de la idea de bien común, tirania que desde entonces se llama terrorismo de Estado.
¿Por qué fracasa el socialismo? Porque es una ideología construida en función de la tribu, dedicada por y para la sociedad y no sus socios. Inspirada en valores colectivos, como el bien común, meras construcciones teóricas vacías de de contenido emocional, humano. Las ideas de izquierda son inadaptables a la naturaleza humana, son tan inhumanas que no funcionan ni impuestas con violencia.
Es posible obligar a trabajar a una persona y negarle los frutos de su trabajo, robarle el esfuerzo, hacerle sentir que el sudor de su frente es ajeno, es colectivo. Es posible decirle que los frutos del trabajo individual es de todos. Todo es de todos, solidaridad colectiva. Es imposible evitar que la persona sienta que nada es de nadie. Nadie cuida los bienes colectivos porque los bienes colectivos son ajenos.
Es posible declarar que la tribu tiene frio, y obligar a un hombre que vaya al monte a cortar leña. Al final del dia el monteador entregaría ramitas y palos blandos. Si se obligara a dos leñadores, seguramente uno y otro se descansarían en el trabajo del otro. Cuando el trabajo se percibe improductivo (no genera frutos) el estímulo, obligado, no está en el fin sino en la búsqueda terminar con la tarea. El monteador va al monte pensando en volver y no en cortar leña. El estimulo es evitar la fatiga, y trabajara con ese fin. Si hay más de un leñador, evitar la fatiga se transforma en un fin competitivo. Los leñadores se transformarían en parásitos improductivos. Nunca inventarían la motosierra, la sociedad no avanzaría, y por cierto tendría menos leña