Entraste sin llave en un reino cerrado,
pisaste con sombra mis horas más claras,
dejaste huellas de un frío que no olvido,
y en el espejo quebrado, tu rostro quedó.
No busco venganza ni furia ni odio,
solo que entiendas el peso que arrastras,
porque en ese infierno donde te enroscaste,
quemaste más que piel, quemaste un alma.
No te hablo con rencor, ni con voz quebrada,
te hablo con la calma de quien sabe que duele,
que romper un pacto es romperse uno mismo,
y que en la ausencia queda un eco profundo.
Si tomaste mi cuerpo, no robaste mi historia,
si me dejaste rota, seguiré reconstruyendo,
porque aunque duela y pese esta herida abierta,
soy más que un reflejo en tu desdén efímero.

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