jueves, 16 de abril de 2009

Habia una vez...

Un niño que vivia adentro del cuerpo de un señor barrigon.

La relacion entre el niño y el señor barrigon era casi inexistente, no es que se llevaran mal, para nada, es que simplemente no se daban mucha bola. Es que a ninguno de los dos le interesaba realmente el devenir de la vida del otro. Si no fuera por que el niño era muy inquieto y el señor barrigon bastante proteston, uno diria que aquello era pura armonia zen

Existia entre ambos un acuerdo tacito. A cambio de alojamiento el niño le permitia al señor barrigon pasearse por su mundo encantado, en el que habian incontables castillos y fortalezas, bosques peligrosos, naves espaciales y mares embravecidos. Al señor barrigon le encantaban estos paisajes, pero demostraba mucho mas interes por las damas que por ellos transitaban. Si no fuera por que al niño no le interesaba realmente el devenir de la vida del señor barrigon, esto ultimo le hubiese molestado,y esto hubiese sido totalmente comprensible ademas, ya que por mas niño y huesped que fuera, aquellas no dejaban de ser sus damas.


El señor barrigon cargaba con un poco de culpa, ya que sabia que abusaba del acuerdo tacito. Se tomaba la libertad de pasearse por el mundo encantando del niño demasiado seguido y a veces por demasiado tiempo. Afortunadamente, esto jamas genero ningun problema, probablemente por que al niño le era realmente indiferente el devenir del señor barrigon
Por esta razon, y al verlo esimismado y absorto en sus pensamientos, mucha gente distraida juzgaba al señor barrigon como un tipo parco distante y antipatico, todas cosas absolutamente atinadas por cierto, pero nacidas en otros motivos

Quizo la suerte (la del señor barrigon naturalmente) que existiera viviera y respirara, al mismo momento y casi en el mismo lugar donde tenia que vivir el señor barrigon, una señorita que de no ser por que tenia mañans muy humanas, uno sospecharia que se habia escapado de algun mundo encantado, donde seguramente hubiese sido una princesa. Mañosa, pero princesa al fin.

Fue el niño naturalmente quien vio este ultimo detalle, y naturalmente fue tambien el quien se le comento al pasar, asi como quien no quiere la cosa al señor barrigon. Es que el señor barrigon ademas es muy distraido. Distraido pero no tonto, esa señorita derrochaba un encanto especial. Fue ese dia que el devenir de la señorita para el señor barrigon y de la princesa para el niño se transformo en algo importante.

Tal era el encanto de la señorita, que un dia, pero muuucho antes del que nos interesa hoy, un musico frances le dedico una opera en su nombre, cuando se la cruzo mientras vivia en sevilla

Asi fue como el niño y el señor barrigon se dieron cuenta que tenian muchas cosas en comun, y hoy por hoy su devenir le es muy caro, tanto que se podria decir que es casi el mismo. Ya no viven en armonia, de vez en cuando se putean un rato, pero eso no es problema.

Lo verdaderamente triste, es que el niño no tuvo oportunidad de preguntarle a la princesa cual era su nombre, pero sabe que anonima no es un nombre que jamas haya tenido una princesa,
Quiza algun dia pueda invitarla a pasear por su mundo y hablar un ratito

2 comentarios:

Anónimo dijo...

:)

cangrejito dijo...

Que historia TAN LINDA de principio a fin DIVINA!