jueves, 21 de junio de 2012

Precios díscolos


Me resulta muy difícil evitar la tentación de molestar a la gente con afirmaciones políticamente incorrectas.

No sufro de la megalómana y adolescente actitud anti sistémica. Al contrario, sistemáticamente evito este tipo de gente. Es mucho mas simple. Si uno se pone a pensar, la mayoría de los postulados morales que la corrección política manda no son otra cosa que un puñado sandeces autocomplacientes. Y a los petulantes como yo nos encanta ir por el mundo señalando la idiotez colectiva.

Es una costumbre bastante pelotuda, pero me divierte.

Deja de ser divertido, sin embargo, cuando ni una sola persona comparte, o si acaso llega a comprender lo que uno dice. Una cosa es decir que es una redundancia distinguir los géneros en los discursos, “compañeros, compañeras” por ejemplo, y otra muy distinta es decir que las normas del salario mínimo fueron con toda seguridad concebidas y puestas maliciosamente en práctica por pérfidos empresarios ambiciosos.

Es algo que vengo repitiendo hace muchos años y jamás encontré a nadie que entienda lo que para mí es cristalino. Tan evidente es que el salario mínimo perjudica al trabajador y beneficia al empresario, que aunque nadie me de la razón, no puedo sentir que puedo estar remotamente equivocado. Con otras cosas si, si uno repite una idea y nadie en ningún lugar y a lo largo de los años la comparte es muy probable que la idea sea una gansada. Pero con el salario mínimo no… y me cuesta asumir que nadie lo ve, incluso con ejemplos que son incontestables…

Yo parto de la base que los precios, o el valor de las cosas que los hombres (y mujeres ja) intercambian, se dan naturalmente, y cualquier intento de forzar esa tendencia, o de tarifar arbitrariamente esta fatalmente condenada al fracaso. Normalmente pensamos que cualquier intercambio que no sea conmutativo es injusto. Desde Aristóteles hasta hoy, pensamos que recibimos lo que damos, y nos equivocamos. Nadie intercambia un bien propio por uno ajeno si subjetivamente no valora más el bien ajeno que el propio. Eso era así en la antigua Grecia y sigue siendo así hoy. Cuando voy a comprar puchos, los 70 mangos que le doy al quiosquero valen para mi menos que el valor que en ese momento le otorgo al paquete de cáncer envasado, y al quiosquero le pasa lo mismo, el prefiere mis 70 mangos a la caja de puchos. Si ambos pensáramos que da igual, o que no alcanza, no hay intercambio. Quizá esto explique la reducción de venta de puchos en los últimos años.

Con el salario pasa lo mismo… O mejor dicho, se puede explicar solo con esta idea, es todavía más fácil entenderlo si uno entiende la idea de la utilidad marginal, pero para no entrar en teorías que me encasillen en tal o cual bando, prefiero un par de ejemplos que son todavía mejores.

Cuando yo digo que ponerle un precio al salario es beneficioso solo para los empresarios, siempre me responden que es al revés, la idea del salario mínimo es justamente para proteger a los trabajadores desamparados ante el cruel y avaro capital. No tengo duda que el génesis de esta aberración este en esa idea, buena y humana idea de proteger al más débil.

El problema es que en la práctica exactamente en el otro sentido. No se puede proteger al más débil quitándole la única arma que tiene para defenderse. Los que piensan desde la óptica izquierdista de regalarle el bienestar a los desamparados, piensan bienintencionadamente, pero las políticas se juzgan por sus resultados y no por sus intenciones.

Veamos el asunto desde el punto de vista del empleador. Si el gobierno me impone un precio al salario, me está haciendo las cosas más fáciles a la hora de contratar. Ante un salario tarifado, el empresario va siempre a contratar al mejor capacitado de los postulantes al cargo, y así tarifa en mano, los otros no tendrán forma de negociar. Los otros claro está, son los menos capacitados, (o cualquier persona que se encuentre en desventaja, una mujer en una sociedad machista, un negro en una racista, un lumpen en una marxista etc) y expropiados de negociar un precio más bajo. El salario naturalmente se fija según el rendimiento, y salvo algún empresario estúpido condenado a la quiebra, nadie quiere contratar gente que no tenga un buen rendimiento, y a cuanto mejor es el resultado del trabajo con mas gusto pagará el salario. Pero cuando el estado fija una tarifa, las cosas cambian. Al poner un piso mínimo de pago, un precio fijo, se barre de un plumazo con las variables que hacen al rendimiento o productividad, como el tiempo, la técnica, la experiencia entre muchas otras (que incluyen la falta de todas estas… uno podría postularse al cargo sin salario y a cambio de aprender por ejemplo) que puede tener un trabajador. Es el trabajador que se tiene que adaptar a la tarifa, ya que con ella en mano el empresario decide a quien emplear y a quien no.

En la practica: El Estado manda decir que la hora de trabajo de un chofer de taxi debe costar como minimo X. Es que el Estado y el sindicato de choferes están muy preocupados por la seguridad y estabilidad del salario. Mientras tanto el patrón tira cohetes y bebe champagne (todos insumos que se compró gracias al ahorro que el Estado le acaba de regalar). ¿Por qué? Porque cuando compre un taxi nuevo y busque un chofer para el mismo (estamos hablando del empresario avaro y explotador que es al que le interesa limitar al Estado y al sindicato, no de uno que quizá esté dispuesto a contratar a Mikka Hakkinen con tal de dar un buen servicio y diferenciarse de su competencia) usara X como referencia. Pone un aviso en diario “se necesita chofer para taxi”… el lunes a la mañana se presentan tres hombres. El primero es un padre primerizo de 18 años, sin experiencia alguna pero desesperado por un trabajo que le permita cuidar a su hijo, el segundo es un taxista con experiencia pero que viene de salir de la cárcel ya que usaba el taxi como oficina de receptación de bienes hurtados, y el tercero es un hombre mayor con experiencia como mecánico en motores diesel, y que tiene una rentita de la casa que heredó de su madre pero que busca trabajo como excusa para estar unas horas fuera de casa… No se Ud, pero yo si fuera ese patrón sin dudas voy por el veterano mecánico. No necesita el trabajo en realidad, pero igual se presentó, tiene buen curriculum, y a diferencia del segundo probablemente no haya riesgo de que se quede con la recaudación. El joven papa volverá un domingo mas a su casa sin trabajo y buscando alguna changa. Es el que mas necesita el trabajo de los tres, y probablemente seria el que mas empeño le pondría, pero como el Estado le aseguró, con imperio (o amparo mejor dicho) de la ley al empresario que cuesta lo mismo contratar a uno u otro, es mas seguro tirarse por el veterano mecánico. Si el patrón no tuviese el arma de la tarifa, quizá el joven podría decirle que considere contratarlo a el por unos pesos menos que al veterano que vive de renta.

El salario mínimo liquida al que menos chances tiene, aunque pretenda ampararlo. Ante esto la respuesta del Estado es rápida, subimos el salario mínimo, cuestión que al empresario le suben los costos entonces optara por el trabajador que mas esfuerzo ofrezca. ¿contrata en esta circunstancia al joven? Tampoco, con seguirdad le pronponga al veterano pagarle en negro y pasarse al informalismo, y el veterano poco preocupado por su jubilación probablemente no se niegue. Pero durara poco, ya que una vez en el informalismo, el empleador encontrara a algún inmigrante busca vidas por la mitad del precio del veterano. Total ¿Quién lo controla si el está en negro? Otra vez el salario mínimo perjudicando al más débil, esta vez al pobre inmigrante que no tendrá acceso a la seguridad social ni otros derechos.

Así funciona el mercado laboral… ¿alguien lo puede negar? Digo entonces… ¿a quien beneficia el salario mínimo?



El precio que se acuerdan dos partes en cualquier intercambio, además de ser un valor subjetivo, es propio de ese intercambio y no se puede extrapolar. El hecho innegable que todos los días se pacten innumerables intercambios no supone que se pueda generalizar. Caen en esa trampa quienes pretenden, en función de un mero dato estadístico, controlar el precio de un acto individual.



Que yo discuta de estas cosas en la cantina del club con el resto de los parroquianos es intrascendente, sin embargo que no lo entiendan las personas megalómanas que gobiernan el destino de las naciones es muy peligroso…

5 comentarios:

Francisco dijo...

Impecable razonamiento, absolutamente de acuerdo, bien asi, hace rato que no se le leia.saludos

Picoco dijo...

Entonces no estoy solo! Gracias Paco... (si Ud es uruguayo no me mal interprete le ruego)

Su comentario me anima a seguir entonces.

Daisy dijo...

Me encanta la palabra sandeces y no sé de mucha gente que la use.
Che, que sos liberal,es sabido, pero me pregunto, te volverás anarco de viejo??

Picoco dijo...

De viejo vengo despertando cada dia un poquito mas intolerante...

Ya no tolero por ejemplo a la cultura lumpen que nos gobierna

Antes me caia simpatica.. folclorica, pintoresca. Ver al Jefe de Estado y Gobierno, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, siendo entrevistado por una cadena internacional en la entrada de su casa, sentado en unas sillas añejas despintadas, con los lompa remangados, en alpargatas y acariciando a su perra manca, daba un aire copetudo por mas que suene contradictorio. Esa entrevista la vieron en toda Latinoamerica (quiza mas alla tambien) y no es posible negar que quedamos bien snobs y progres a los ojos de nuestros vecinos con un presidente asi... que ademas no domina el español.

Sin embargo escuchar a un Ministro de Estado decir que perdonar es propio de "gil", que "gil"era y en funcion de ello murio un simbolo de fe para la mayoria de sus gobernados, y a posteriori intentar justificarse pretendiendo hacerle decir a la palabra del lunfardo lo que no dice, citando para ello pasajes de letras arravaleras que mencionan la palabra "gil" ya me cayo grueso.

Y lo que hicieron ahora con Paraguay y el Mercosur es imperdonable. Deberian ser juzgados y sentenciados por tal arrogancia.

Intolerante e insoportable devengo con los años, anarco jamas. Yo pretendo que la ley y el estado me defienda de las bandas armadas que se apropiarian de la sociedad en un contexto anarco

Los que decimos sandeces no somos sandinistas :)

Y Ud que opina querida amiga? Aumentamos el salario minimo?

Eliza dijo...

De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo. Te lo dice alguien que tuvo un patrón con mucha guita, pero también con muchísima cabeza, que sin importarle un pito el mínimo legal, le preguntaba a sus posibles nuevos empleados cuánto querían ganar. Curriculum en mano, entonces, y ¡muy importante!, evaluando el test sicológico a que sus aspirantes habían sido sometidos, accedía al pedido y todavía, al que más rendía le aumentaba un poquito cada mes. ¡La empresa florecía y nosotros nos rompíamos el alma por rendir más! Aunque señores como ése, creo que existen muy pocos, si es que los hay.

Pero en algo discrepo contigo: decís que "a los petulantes como yo nos encanta ir por el mundo señalando la idiotez colectiva. Es una costumbre bastante pelotuda, pero me divierte".

Primero: Suspendé "petulantes", es muy fuerte. Yo diría "inmodestos", si querés, porque a la hora de desenmascarar la idiotez ajena, si se es modesto, se peca también de idiota.

Segundo: ¡Qué va a ser costumbre pelotuda! ¡Es el placer de los dioses! Y no sólo divierte, sino que te comprueba que sos pensante y con valor suficiente para opinar defecándote en los que te contradigan.

Como ves, te sigo leyendo. Un abrazo,
Eliza